miércoles, 30 de enero de 2013

Proverbios chinos

La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?. Si te caes siete veces, levántate ocho. Las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan solo deseos. El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él. No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que anide en tu cabellera. Cuando te inunde una enorme alegría, no prometas nada a nadie. Cuando te domine un gran enojo, no contestes ninguna carta. El trabajo del pensamiento se parece a la perforación de un pozo: el agua es turbia al principio, mas luego se clarifica. Si quieres que algo se haga, encárgaselo a una persona ocupada. Cuando bebas agua, recuerda la fuente. Nunca se pierden los años que se quita una mujer, van a parar a cualquiera de sus amigas. El que teme sufrir ya sufre el temor. Es más fácil variar el curso de un río que el carácter de un hombre. El momento elegido por el azar vale siempre más que el momento elegido por nosotros mismos. Aquel que pregunta es un tonto por cinco minutos, pero el que no pregunta permanece tonto por siempre. Si no quieres que se sepa, no lo hagas. La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta. Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa. Jamás se desvía uno tan lejos como cuando cree conocer el camino. Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto. Un pájaro no canta porque tenga una respuesta. Canta porque tiene una canción. Excava el pozo antes de que tengas sed. La lengua resiste porque es blanda; los dientes ceden porque son duros. Cada paso que da el zorro le acerca más a la peletería. La tinta más pobre de color vale más que la mejor memoria. Todos los hombres son sabios; unos antes, los otros, después. Todos los ríos van al mar, pero el mar no se desborda. El que se pone de puntillas no puede sostenerse derecho. El sabio no dice lo que sabe, y el necio no sabe lo que dice.

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